lunes, 6 de agosto de 2012

De visita...

   Muchas cosas han pasado en las últimas semanas, sin embargo antes de empezar a contarlas he decidido echar un vistazo a este lugar; esperando en el albergue fugaz de mis veinte años, rodeada del olor a dentífrico, con el sonido típico de un consultorio dental, sentada junto a un árbol artificial cuyas hojas yo misma coloqué cuando llegó a este lugar. Escaleras alfombradas, sillones de piel, mesa de espejos, paredes recubiertas con madera y justo frente a mi esa puerta que jamás volverá a abrirse, que ya no resguarda su fortaleza y personalidad.


   
Calzada de los misterios #461, este es el lugar que alberga mis veinte años, con sus preocupaciones, tareas, lecturas, ajetreo, estrés, sonrisas y sueños que parecían tan lejanos y que hoy, a mis 30, ya no lo parecen tanto, algunos ya fueron alcanzados, mejorados o incluso relevados por otros más.
   Respiro profundo y un nudo se apodera de mi garganta, detrás de cada puerta y en cada rincón se encuentran mis sonrisas, en este lugar fui muy feliz y me hace feliz visitarlo con tantos logros a cuestas, con metas alcanzadas y con la alegría que hoy mismo siento.



   Sólo lamento una cosa, no poder compartir con él los triunfos que ayudó a alcanzar.

lunes, 23 de julio de 2012

De trabajos y gente buena...

  Hoy me llegaron noticias que me han hecho pensar en algunas de las personas y experiencias que he tenido cuando de trabajos se trata, especialmente de las primeras experiencias en el mundo laboral, donde su nombre y el de su familia tienen un papel muy importante porque para mí fueron ángeles caídos del cielo.
   Comencé a trabajar aproximadamente a los 17 años, fue en un verano en que insistí con que quería ganar mi propio dinero, siendo así mi mamá me ayudó a conseguir, en el honorable pueblo de Coacalco, un trabajo cuidando a la nieta de una de sus amigas. Su nombre era Carmina, tenía un bello cabello negro y unos ojos hermosos, una bebé preciosa con la que me permitían jugar a las muñecas. La cuide durante todo ese verano y al mismo tiempo conocí gente, fui a fiestas y mis primeras salidas a bares o "antros" fueron con las tías de la pequeña, más que una empleada fui adoptada como la amiga más pequeña que se queda a dormir y a la que le muestran otra cara del mundo. 
  El segundo trabajo que recuerdo también abarca un verano, fue en la cafetería que una amiga llamada Carmen administraba en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Fue divertido también trabajar ahí, supongo que en esa época fue cuando me enamoré de las calles del centro. La afluencia del lugar era poca pero suficiente como para trasladarme con las propinas y gastar mi sueldo en chucherías. Se podría decir que yo iba a platicar con mi amiga y de pasadita atendía una que otra mesa, aprendía a hacer capuchinos, cortar pasteles, hacer ensaladas diversas, a servir mesas, a no tirar la charola y hasta a manejar una máquina registradora. Unido a esto estaba el aire de otros tiempos que se respiraba en el edificio... Fue toda una experiencia.
  Pero mi primer trabajo formal fue otro, que también me cayó del cielo. Estaba justo a la mitad de mis estudios de licenciatura y por diversas causas ajenas a mi no tenía dinero para continuar estudiando, ¿qué hice? Lo que seguramente todo estudiante universitario hambriento y con ganas de estudiar hace: vender dulces. Así es, todos los lunes me iba después de la escuela a invertir lo poco que tenía en dulces diversos, generalmente apelaba a la nostalgia de mis compañeros y compraba cosas como ollitas, obleas o gelatinas en tubo, aunque también vendí cigarros sueltos, chicles y por supuesto paletas... pero ese no era el punto, en fin, llegó un momento en que no fue suficiente porque los libros no se compran solos y correr a la biblioteca no siempre garantizaba que alcanzaría un ejemplar, si es que lo había; así que me decidí a renunciar a parte de mi vida universitaria y buscar trabajo me medio tiempo, compré un "Segundamano" y otro y otro y otro, hasta que un día encontré un clasificado que parecía ideal, ubicado en Calzada de los Misterios, un consultorio médico-dental solicitaba recepcionista. 
   Recuerdo perfectamente la primera vez que toqué ese timbre, eran poco más de las cinco de la tarde y me abrió una joven ligeramente embarazada (motivo por el cual dejaba el empleo), yo estaba nerviosa pero segura de mi misma. En esa ocasión sólo conocí a la Dra. Rosy, con su bella sonrisa siempre a flor de piel y sus ojitos de regalo. El trabajo parecía perfecto: contestar el teléfono, agendar citas, abrir la puerta, lavar instrumental y listo... excepto los miércoles, odiaba los miércoles, era el día de limpieza general: cuatro consultorios, dos oficinas, el "laboratorio" y la recepción, era muuuy cansado. Aún así, al salir de esa entrevista experimenté por primera vez la sensación de que ese trabajo era para mí, yo debía estar ahí.
   Y así fue, a los pocos días me llamaron y empecé casi de inmediato. El personal que laboraba en ese edificio estaba conformado por un pediatra un poco gruñón pero buena persona, dos jóvenes dentistas (la que me entrevistó y la Dra. Claudia), un grupo de abogánsters o algo así y el famoso y aclamado Dr. Arandia Vara, padre de la Dra. Rosy, dentista de profesión, aprendiz de músico (tomaba clases de piano los sábados y tenía una colección de discos impresionante), escultor de ratones hechos con recina, aficionado al dominó y a la nata, puntual asistente a las reuniones de su Club de Toby, padre preocupon, abuelo consentidor y uno de los mejores jefes que he tenido. Trabajar ahí era la onda, no recuerdo haber tenido días realmente malos, si acaso una señora incróspita que forzosamente quería ser recibida una hora después de su cita (lo cual tenía prohibido siquiera intentar); siempre había risas en ese consultorio, el afamado doctor era muy divertido y se la pasaba vacilándome, haciéndome reír, riéndose conmigo o de mí, era culto y estricto con las reglas (que en realidad eran pocas y sólo una era importante: Él nunca estaba para pacientes que no tuvieran cita o que llamaban por teléfono). Lo mejor de trabajar ahí era la posibilidad de leer en un ambiente tranquilo, a veces me prestaban la computadora para hacer mis trabajos e imprimirlos, incluso una ocasión la Dra. Rosy y su esposo me llevaron a recorrer papelerías hasta encontrar una que sacara copias en acetatos, acabamos en un Office Depot y no me llevaron a mi casa porque de plano era muuuy lejos.
    El tiempo ha pasado, he tenido otros jefes y esa sensación de "este es mi lugar, de aquí soy" aún me acompaña cuando llego a un lugar. Tristemente, el día de hoy me entero que ese doctor que me enseñó con el ejemplo lo que es amar tu profesión y equilibrar el trabajo con la vida personal y con otros intereses, falleció el mes de diciembre pasado, la parecer a consecuencia de un tumor cerebral que a pesar de haber sido extirpado y combatido, no lo dejó continuar. No puedo evitar un nudo en la garganta, fue junto con su familia un apoyo muy importante en mi vida, llegaron en el momento justo, con su empleo me ayudaron a no dejar mis estudios. Ante esta noticia, no me queda más que dedicar unas cuantas palabras en su memoria, agradecerle donde quiera que esté y esperar que descanse en paz el Dr. Arandia Vara.

martes, 3 de julio de 2012

Dedicatorias


"... quizá no lo recuerdes, pero este fue de los primeros libros que tuvimos en común."

Así termina la dedicatoria cumpleañera plasmada en uno de mis libros favoritos, misma que descubrí, no, que redescubrí justo a media clase cuando comentaba con mis alumnos la razón del ritmo lento con que inicia La tregua de Mario Benedetti... parece mentira que olvidara, que no haya reparado en ella antes y de pronto tuve una especie de flashback en que sólo alcanzaba a ver imágenes, muchas, lejanas, superpuestas y en las que apenas me alcanzaba a ver como una sombra pero en las que claramente se emitía la alegría de un pasado que también fue dichoso...

¿Por qué ponemos dedicatorias a los libros? Alguien me dijo hace tiempo que es una forma de ligar, de anclar ese texto con un momento concreto, con una parte importante de nuestra historia (unas veces más importantes que otras) y con una persona... ese libro que tuvimos en común, esos libros que tengo en común con tantos otros, con mi familia, con los amigos y con las diferentes etapas de mi misma...

Parece mentira cómo los libros no sólo cuentan la historia de aquellos personajes que contienen sino también la de aquellos que los leen, de quienes los compran, de quienes los regalan y de quienes al mirar las dedicatorias cumpleañeras alcanzan a percibir un dulce olor a pasado y emiten una sonrisa (en honor a esas sonrisas lejanas) mientras retoman el tema ante sus alumnos que discuten la lentitud con que inicia el texto...

Antes de volver a comenzar...


¿Estoy orgullosa? Sí ¿Ya me creo mucho? Sí ¿Algo cambió? Sí
Preguntas y respuestas que pueden parecer pretensiosas, pero no lo son, sólo estan carentes de una explicación, son un poco más profundas de lo que aparentan.

Estoy orgullosa porque hubo momentos en que olvidé que quería esto, momentos en que dudé que podía hacerlo y me enorgullece saber que pude superar esos momentos.



  

Me creo mucho porque la percepción que tengo de mí misma fue en aunmento a lo largo de estos dos años y medio de estudios, porque he estado trabajando en mi confianza y porque tengo amigos exepcionales que me acompañaron en el camino.


Cambió algo... cambiaron muchas cosas, la primera es que alcancé un sueño. Pero también cambió mi entorno, en el tiempo que duró esta aventura conocí (dentro y fuera de la escuela) gente muy ineteresante, algunos de ellos se volvieron mis amigos, otros profesores entrañables, otro más un amor inesperado. Hace mas de tres años me sentía un poco sola y aislada del mundo, hoy sé que no lo estoy y que es nuestro mundo de las ideas el aislado, sólo es cosa de juntar las islitas, y debo mencionar que al juntarlas me he divertido como nunca, sobre todo en las tardes en el Dragón o en casa del Punky: yo no bebía cerveza y con usedes le encontré el gusto (aunque sigo prefiriendo el tequila).


Pero al final del día, el cambio no lo provocó el grado sino la vivencia completa. Al final del día vuelvo a casa en metro como otras noches de estos tres años: con una sonrisa de oreja a oreja, feliz de haber tomado las decisiones correctas y satisfecha con lo logrado hasta ahora. ¿Mañana? Mañana habrá que empezar con lo que sigue en la lista porque la vida no se acaba aquí, siempre hay sueños que cumplir :P

lunes, 2 de julio de 2012

Notas mentales...


     ¿Puede considerarse la manipulación como una forma de fraude electoral? La verdad es que por más que decepcione admitirlo debemos hacerlo: la mayoría ganó. No solamente esa mayoría que año tras año, sexenio tras sexenio deja que lucren con su hambre, o aquellos (as) que se dejan llevar por una cara "bonita" y su historia de amor, no señores, hablo también del opuesto, de aquellos que cayeron presas del miedo a lo desconocido y a una forma de ver la realidad distinta. Seamos honestos, no solamente había o hay un movimiento contra Peña Nieto, también lo hay contra López Obrador, son dos opuestos de la balanza que esta vez, contrario a lo ocurrido hace 12 años, se toparon con un "punto medio" bastante débil y traicionado por su propio gremio. 

     Cambio, palabra muy común en los últimos meses, ¿quién cambio más? ¿el PRI? ¿López Orador? Yo creo que ninguno de los dos, esta misma mañana supe de un caso de censura a una artista plástica que a través del arte expresó su opinión ante estos resultados sociales; por otro lado vi a un Obrador renuente a admitir que por la buena o por la mala, perdió. No nos hagamos bolas, perdió es la verdad, pero esa pérdida no dependió de un fraude en las urnas sino de una muestra descarada de que el "pan y circo" aún funciona, fueron años trabajando para esto y a mucha gente no le importa; unos lo saben, otros lo intuyen pero al final del día más de una familia, de cualquier estrato social, estaba dispuesta a colgar una manta a favor de EPN o del PRI y sus candidatos, a cambio de despensas, tarjetas de débito, material de construcción (curiosamente en mi calle abundaron las edificaciones y amontonamiento de materiales, acompañados por supuesto de sus respectivas mantas) o promesas de empleo, contratos y favores. Lo importante aquí es que unos por miedo, otros por convicción, otros por debilidad, otros por sus intereses o necesidades personales, otros por indiferencia y hartazgo, otros por apatía, pero todos, absolutamente TODOS hemos permitido este cambio, bueno o malo, ya está hecho.

     El miedo se apodera de muchos ahora, principalmente de aquellos que lucharon por terminar la dictadura de múltiples rostros. Y el día de hoy observé con curiosidad una ausencia marcada en las calles, ¿dónde esta la gente que el viernes pululaba en Reforma o dentro del metro? ¿Es el efecto de las vacaciones aún no oficiales o simplemente un cuadro coincidente con el azoramiento de muchos? Una ciudad a punto de ser tomada nuevamente por sus jóvenes, quienes llevan en el rostro esa perplejidad y frustración que muchos hemos experiementado cuando participamos activamente en alguna lucha social. Yo me cuento en ellos, yo sé y viví la sed de cambio, la necesidad de hacer algo, de hacer ruido, de despertar al vecino y abrirle los ojos ante su Historia, también experimenté la pared del mundo adulto, del que de verdad se asusta ante lo diferente o de aquel que prefiere hacer oídos sordos a cambio de unos cuantos días de estabilidad, de pan. 

     Se dice por ahí que hace aproximadamente 100 años Porfirio Díaz creía firmemente que México no estaba listo para la democracia, luchas fueron y vinieron tratando de desmentirlo y una dictadura de 70 años parecía confirmar sus palabras... A doscientos años de la Revolución yo no puedo evitar preguntarme si don Porfirio tenía razón, si sigue teniendo razón, la respuesta no se supo ayer, ni se sabrá mañana, sólo la historia, nuestra participación activa, la mirada crítica y constante, la exigencia de cuentas, la verdadera participación ciudadana podrán determinar si los pesimistas nos equivocamos, porque como han dicho mucho últimamente: nosotros somos los que forjamos el verdadero cambio, las acciones pequeñas, el decir no a la corrupción, el vercer el miedo a la denuncia, el mantener nuestras calles limpias, el preferir los productos nacionales, el respetarnos los unos a otros, cumplir con nuestras obligaciones sin el pretexto de "para qué si se lo van a robar", de todo esto y mucho más depende el cambio, si de verdad creemos que como pueblo merecemos algo mejor hay que trabajar desde abajo para lograrlo, desde la casas, desde las aulas, con nuestro ejemplo y la lucha diaria por ser mejores, por erradicar la mediocridad de los niños, jóvenes y adultos que conforman nuestro pueblo.

      Como la sociedad del 2012 la historia nos juzgará, como individuos seamos nuestros más duros jueces no sólo para hacer lo que creemos correcto sino para hacerlo bien, que nuestra convicción se vea reflejada en la búsqueda de perfección en nuestros actos, y para esto hay que rescatar tantas cosas, la primera de ellas, el valor de la palabra, seamos hombres y mujeres de palabra, honestos, sinceros, sin miedo... 

martes, 15 de mayo de 2012

Día del maestro...

    ¿Qué significado tiene para mí un día como este? mmm... Para mí, ser maestra significa ver a través de las sonrisas de mis alumnos esa esperanza de vida, las ilusiones... shalalalala shalalalalaaaa... Nel, como muchos saben, esto de la docencia llegó a mi vida de forma casi casi obligada, por más que le huí por casi dos años no me quedó más remedio que buscar trabajo en la docencia. La huida tenía en si dos motivos: el miedo a que la ignorancia se me notara y el miedo a las fieras adolescentes, creo que el último caso pesaba más sobre todo  porque aunque yo no fui taaaan tremenda sí solía juntarme con algunos que lo eran, y eso de ahora ser la figura de autoridad (o el blanco perfecto) no me latía.
       Cuando me dieron mi primera oportunidad ante un grupo, bueno dos, llegué con todas las expectativas del mundo, iba a enseñarles a esos jóvenes a amar la literatura!! JA!! Qué buena broma, esos jóvenes debían aprender muchas otras cosas antes que a amar a la literatura, algunos necesitaban aprender disciplina, no la de los soldados sino la que te ayuda a alcanzar tus sueños; otros necesitaban aprender a argumentar, todos tienen mil ideas pero cero argumentos para sostenerlas; otros tantos necesitaban aprender a soñar, estos últimos son los que más me han preocupado y aún ahora, siete años después, no sé cómo enseñarles a hecerlo (¿acaso eso se aprende?). De todos mis alumnos he aprendido algo, lo que sí, lo que no y lo que sólo con algunos funciona,  aprendí de mi capacidad de observación y la importancia de la empatía, aprendí que si en todos los trabajos el estado de ánimo influye, en este más porque una mala actitud puede terminar en un regaño innecesario o en dejar pasar la oportunidad de escuchar a un  adolescente ansioso por ser tomado en cuenta. Esta más que claro que no todo es miel sobre hojuelas, es más para algunos es un camino tortuoso, para mí es un reto constante.
     Hace poco un alumno me preguntó que si me gustaba dar clases, dije que sí por supuesto, acto seguido continúo el interrogatorio con la siguiente pregunta: "¿Te gusta dar clases porque te gusta transmitir conocimiento o porque te gusta el poder?" GULP! Cuál de las dos era mi respuesta?... después de pensarlo por un buen rato (bueno por algunos días) me di cuenta que ninguna, a mí me gusta dar clases porque sí, por el gusto de enseñarles algo, y no precisamente académico, me conformo con que algo se lleven de mí. Los que me conocen o han tomado clase conmigo saben que no soy una maestra barco, tengo mis debilidades pero también puedo ser muy manchada y en ocasiones puedo parecer intransigente, ¿la razón? prefiero que aprendan de mi intransigencia y no de la intransigencia de la vida, esa sí que aveces es cabrona. 
       ¿Soy una buena maestra? No lo sé, hay días que me esfuerzo más que otros, lo que sí sé es que me gusta el reto de aprender con ellos y de ellos, por eso trabajo en los lugares que trabajo, por eso me aventé el tiro de dar clases no sólo en secundaria sino en una cuyos alumnos tienen TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, sí, sí existe), esos chamacos tienen mucho que enseñarme, lo más difícil: la paciencia. Así es, la señorita impaciencia se topó con la horma de su zapato. Pero me encantan, con sus gritos, su frustración, su molestia hacia el mundo de los adultos y la pubertad a flor de piel, con su recién despertada rebeldía, con sus detalles, sus estereotipos que los hacen sentir seguros, con sus miedos compartidos o negados, con todo eso, me encantan. Trabajar con ellos es otro rollo, necesitas estar un poco loco también y yo definitivamente lo estoy.


       ¿Y qué hay con el CCH? Uuuy de entrada un constante sentimiento de nostalgia, la primera vez que entré en un salón a dar clases en el CCH Naucalpan, en la cara de cada uno de mis alumnos veía el rostro de los mejores amigos del mundo y de una de las mejores épocas de mi vida, mi salón estaba plagado de Gaby, Felipe, Margarita, Alejandro, Fernando, Alonso, Hugo, Abigail, Gerardo, otro Fernando, Jessica, y muchos más. Ufff que tiempos venían a mi memoria, y aún ahora lo hacen esos recuerdos y otros tantos. Mi experiencia como ex alumna me sensibiliza un poco más con los chavos, me hace darme cuenta de los retos que ellos enfrentan, algunos iguales a los de mi generación otros aún más complicados de superar. Pero en ellos también veo el gusto de la lectura, con ellos es un verdadero placer leer, tal vez esa atmósfera de nostalgia también tenga algo que ver, pero sus interrogantes, sus discusiones sobre libros y personajes, sus posturas ante diversas situaciones me hacen el día...
        En fin, ya me extendí, nuevamente ¿qué significa para mí ser maestro? La posibilidad de volver a ser una alumna, la posibilidad de escuchar, de opinar, de sonreír y de guiar, esto último plagado de responsabilidad pero también esta chido :P

domingo, 13 de mayo de 2012

Necesidad de soledad acompañada...

Hoy decidí salir, sola y por mi, recorrer estas calles tan llenas de mí, de ti, de él, de nosotros... esos nosotros tan distintos, que a veces pesan tanto y que otras tantas aligeran el camino. Y aquí estoy en medio de un recorrido tan lleno de nostalgias y me digo a mí misma: sólo respira, siente el suelo por donde caminas, déjate llevar por las imágenes que cada rincón evoca, y mientras espero, observo la puerta y la imagino y me pregunto hacia dónde me llevaría si este lugar no estuviera tan plagado de realidad... 


Y de pronto un beso tuyo interrumpe estas líneas, y me pierdo en él, me diluyo en él, y lo extiendo lo más que puedo hasta que la ansiedad por ver tus ojos se apodera de ese beso y me rindo ante ella, ahora tu mirada aparece plena, llena de desconcierto y me mira incrédula, a la espera de un reproche y yo sólo puedo sonreír ante la queja de tus peripecias, y sonrío porque otra vez me siento yo misma, en mi soledad y tal vez la conclusión de este día sea esa, necesito disfrutar más de mi soledad acompañada, darme ese espacio silencioso que me permita recorrerme en las calles de esta ciudad, respirar mi realidad y suspirar mi fantasía. Necesito recorrerla en soledad para recorrerme entre sus calles, y así ser yo, ese yo ansioso de encontrarse con mi soledad acompañada.



Habrá que recordar que: "Quien no sabe poblar su soledad, no sabe estar solo entre la agitada muchedumbre".