lunes, 2 de julio de 2012

Notas mentales...


     ¿Puede considerarse la manipulación como una forma de fraude electoral? La verdad es que por más que decepcione admitirlo debemos hacerlo: la mayoría ganó. No solamente esa mayoría que año tras año, sexenio tras sexenio deja que lucren con su hambre, o aquellos (as) que se dejan llevar por una cara "bonita" y su historia de amor, no señores, hablo también del opuesto, de aquellos que cayeron presas del miedo a lo desconocido y a una forma de ver la realidad distinta. Seamos honestos, no solamente había o hay un movimiento contra Peña Nieto, también lo hay contra López Obrador, son dos opuestos de la balanza que esta vez, contrario a lo ocurrido hace 12 años, se toparon con un "punto medio" bastante débil y traicionado por su propio gremio. 

     Cambio, palabra muy común en los últimos meses, ¿quién cambio más? ¿el PRI? ¿López Orador? Yo creo que ninguno de los dos, esta misma mañana supe de un caso de censura a una artista plástica que a través del arte expresó su opinión ante estos resultados sociales; por otro lado vi a un Obrador renuente a admitir que por la buena o por la mala, perdió. No nos hagamos bolas, perdió es la verdad, pero esa pérdida no dependió de un fraude en las urnas sino de una muestra descarada de que el "pan y circo" aún funciona, fueron años trabajando para esto y a mucha gente no le importa; unos lo saben, otros lo intuyen pero al final del día más de una familia, de cualquier estrato social, estaba dispuesta a colgar una manta a favor de EPN o del PRI y sus candidatos, a cambio de despensas, tarjetas de débito, material de construcción (curiosamente en mi calle abundaron las edificaciones y amontonamiento de materiales, acompañados por supuesto de sus respectivas mantas) o promesas de empleo, contratos y favores. Lo importante aquí es que unos por miedo, otros por convicción, otros por debilidad, otros por sus intereses o necesidades personales, otros por indiferencia y hartazgo, otros por apatía, pero todos, absolutamente TODOS hemos permitido este cambio, bueno o malo, ya está hecho.

     El miedo se apodera de muchos ahora, principalmente de aquellos que lucharon por terminar la dictadura de múltiples rostros. Y el día de hoy observé con curiosidad una ausencia marcada en las calles, ¿dónde esta la gente que el viernes pululaba en Reforma o dentro del metro? ¿Es el efecto de las vacaciones aún no oficiales o simplemente un cuadro coincidente con el azoramiento de muchos? Una ciudad a punto de ser tomada nuevamente por sus jóvenes, quienes llevan en el rostro esa perplejidad y frustración que muchos hemos experiementado cuando participamos activamente en alguna lucha social. Yo me cuento en ellos, yo sé y viví la sed de cambio, la necesidad de hacer algo, de hacer ruido, de despertar al vecino y abrirle los ojos ante su Historia, también experimenté la pared del mundo adulto, del que de verdad se asusta ante lo diferente o de aquel que prefiere hacer oídos sordos a cambio de unos cuantos días de estabilidad, de pan. 

     Se dice por ahí que hace aproximadamente 100 años Porfirio Díaz creía firmemente que México no estaba listo para la democracia, luchas fueron y vinieron tratando de desmentirlo y una dictadura de 70 años parecía confirmar sus palabras... A doscientos años de la Revolución yo no puedo evitar preguntarme si don Porfirio tenía razón, si sigue teniendo razón, la respuesta no se supo ayer, ni se sabrá mañana, sólo la historia, nuestra participación activa, la mirada crítica y constante, la exigencia de cuentas, la verdadera participación ciudadana podrán determinar si los pesimistas nos equivocamos, porque como han dicho mucho últimamente: nosotros somos los que forjamos el verdadero cambio, las acciones pequeñas, el decir no a la corrupción, el vercer el miedo a la denuncia, el mantener nuestras calles limpias, el preferir los productos nacionales, el respetarnos los unos a otros, cumplir con nuestras obligaciones sin el pretexto de "para qué si se lo van a robar", de todo esto y mucho más depende el cambio, si de verdad creemos que como pueblo merecemos algo mejor hay que trabajar desde abajo para lograrlo, desde la casas, desde las aulas, con nuestro ejemplo y la lucha diaria por ser mejores, por erradicar la mediocridad de los niños, jóvenes y adultos que conforman nuestro pueblo.

      Como la sociedad del 2012 la historia nos juzgará, como individuos seamos nuestros más duros jueces no sólo para hacer lo que creemos correcto sino para hacerlo bien, que nuestra convicción se vea reflejada en la búsqueda de perfección en nuestros actos, y para esto hay que rescatar tantas cosas, la primera de ellas, el valor de la palabra, seamos hombres y mujeres de palabra, honestos, sinceros, sin miedo... 

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