martes, 3 de julio de 2012

Dedicatorias


"... quizá no lo recuerdes, pero este fue de los primeros libros que tuvimos en común."

Así termina la dedicatoria cumpleañera plasmada en uno de mis libros favoritos, misma que descubrí, no, que redescubrí justo a media clase cuando comentaba con mis alumnos la razón del ritmo lento con que inicia La tregua de Mario Benedetti... parece mentira que olvidara, que no haya reparado en ella antes y de pronto tuve una especie de flashback en que sólo alcanzaba a ver imágenes, muchas, lejanas, superpuestas y en las que apenas me alcanzaba a ver como una sombra pero en las que claramente se emitía la alegría de un pasado que también fue dichoso...

¿Por qué ponemos dedicatorias a los libros? Alguien me dijo hace tiempo que es una forma de ligar, de anclar ese texto con un momento concreto, con una parte importante de nuestra historia (unas veces más importantes que otras) y con una persona... ese libro que tuvimos en común, esos libros que tengo en común con tantos otros, con mi familia, con los amigos y con las diferentes etapas de mi misma...

Parece mentira cómo los libros no sólo cuentan la historia de aquellos personajes que contienen sino también la de aquellos que los leen, de quienes los compran, de quienes los regalan y de quienes al mirar las dedicatorias cumpleañeras alcanzan a percibir un dulce olor a pasado y emiten una sonrisa (en honor a esas sonrisas lejanas) mientras retoman el tema ante sus alumnos que discuten la lentitud con que inicia el texto...

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