En este día del maestro en que la emotividad se ha hecho presente por mis alumnos pasados, no he podido dejar de pensar en todo aquellos que fueron mis profesores escolares y maestros de vida. Definitivamente yo no sería la mujer y profesionista que soy de no ser por el ejemplo de grandes hombres y mujeres que hicieron una gran labor en mi infancia, adolescencia y en mi formación profesional.
Hoy, que los nudos en la garganta se hicieron presentes, recordé con cariño a los profesores de la infancia que me marcaron: la maestra Sol y el maestro José Luis del kinder, la miss Nieves (así se llamaba), el maestro Alfonso, el maestro Juan y la miss Claudia de la primaria. A ellos se unieron los maestros de la secundaria como el profesor Mascorro que me hizo el honor de presentarme a Mario Benedetti cuando yo tenía doce años; y los del bachillerato como Cristina Caramon del CCH Vallejo o la maestra de Administración del Colegio Oparin (sí, no recuerdo su nombre pero a ella la recuerdo perfectamente) y por supuesto a los profesores de la UAM como Ana Rosa Domenella, Alejanro Higashi, Gustavo Illades, Lillian Von-der Walde Moheno y César Núñez. De todos ellos he aprendido muchísimo, principalmente de su ejemplo; todos tienen en común grandes personalidades, pasión por lo que hacen y por lo que saben, calidad y calidez humana. Por ellos intento transmitir en el salón de clases no sólo conocimiento sino herramientas para vivir y cumplir sueños. Con ellos aprendí que a veces es necesario ser firme y disciplinado, pero también aprendí que hay otras ocasiones en que debemos escuchar a los estudiantes, conocerlos, impulsarlos y hasta jalarlos para que encuentren y luchen por sus propios sueños.
Soy una soñadora de esta profesión, me encanta creer que pongo mi granito de arena y que no soy otro adulto que ignora a los jóvenes, porque a mí no me ignoraron y quiero devolver el favor. Afortunadamente no sueño sola, he encontrado cómplices maravillosos como mi suegrita Paty Carbajal, mi cuñis Laura Colín, mis adorados Guillermo Flores Serrano y Lili Um (con quienes formaba el trío de carniceros en UVM); Ruth Martínez, Delia Alejandra García Jiménez, Guille Iglesias, Fabiola San Juan Díaz y Hermelinda Alemán, quienes me enseñaron y cobijaron al inicio de mi vida profesional; mis compañeros uameros como Glo RojasLuna, Rick Torres M,Yolotl Buzzy, Juan Berdeja, Liliana Molina, Berenice Martínez, Victor Manuelcon quienes he conocido y compartido distintas experiencias de esta profesión; la comunidad Mounier que me enseñó que siempre se puede hacer más por los estudiantes Rosario Arellano, Ana Fdez-Vega, Nora Diaz Gonzalez, Gabriela Valderrama, Valeria Azcune, Humberto Jesus Serrano Tronco; y finalmente los compañeros del CCH José Luis Jaimes Rosado,Violeta Vázquez Castro, Rebeca, Carlos Rivas Enciso, Ana Luisa Estrada Romero, Julia Chávez, Ángeles Magr, Netzahualcóyotl Soria, Arcelia Lara,Gloria Mondragon y un laargo etcétera, que me muestran el orgullo universitario.
A todos ellos mi reconocimiento por su empeño al formarme y al acompañarme en este camino, mi gratitud por las estrategias y enseñanzas compartidas y una gran porra acompañada por la solicitud de que nunca se rindan.
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